En el castillo de Doiras (Vilarello- Cervantes- Lugo), cuyo origen data del siglo XV, cuenta la leyenda que vivió un caballero llamado Froias o Froiaz que tenía dos hijos. Su hijo mayor se llamaba Egas y el nombre de su hija pequeña era Aldara.
Con el paso de los años, Aldara y un muchacho llamado Aras, hijo del señor de un castillo vecino, se enamoran y anuncian su compromiso.
Pero, de repente, Aldara desaparece. Todos la buscan durante muchos días y en muchos lugares pero no la encuentran ante la desesperación de su familia, de la de su enamorado, de pajes y escuderos... de todos.
Un día, Egas va de cacería y descubre una cierva blanca a la que mata de un disparo de ballesta. Le es imposible cargar con el animal hasta el castillo y como muestra de su hazaña, se le ocurre cortarle una pata delantera para presentársela a su padre, y dar orden de que los criados vengan buscarla. Pero, cual será su sorpresa, cuando al quitar la pata de la cierva del morral, no es pata sino una mano humana. Además, en uno de sus dedos, hay un anillo que padre e hijo reconocen como el de Aldara.
Destrozados corren hasta el lugar en que Egas ha dejado la cierva muerta y, al llegar, encuentran el cadáver de Aldara al que le falta una mano.
La leyenda termina con la sospecha de que algún "mouro" (ser imaginario al que eran achacados muchos hechizos en el pasado legendario de Galicia) la había encantado y que sólo se vio libre para recuperar su forma humana con su muerte.
Bibliografía:
VAQUEIRO, Vítor: Guía da Galiza Máxica
Ed. Galaxia, Vigo, 1998
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